jueves, 24 de noviembre de 2016

MIRIAM DE MAGDALA NO FUE UNA PROSTITUTA ARREPENTIDA, SINO UNA MUJER CON AUTORIDAD EN EL NACIENTE CRISTIANISMO

Voces. Javier Pagola. [Deia] Carmen Bernabé Ubieta, doctora en Teología Bíblica, con cursos de especialización en Jerusalén y EE.UU., es profesora de Nuevo Testamento en la Universidad de Deusto.
Ha hablado en el Foro Gogoa sobre Miriam de Magdala, la autoridad de una mujer en el naciente cristianismo, tema sobre el que ultima un libro.

¿Cómo se ha conservado la memoria de María Magdalena?
-Los cuatro evangelios canónicos son muy parcos en datos. Son textos que no narran todo lo sucedido, sino lo que se considera necesario para la fe de las comunidades. Recogen tradiciones recibidas y las aplican a los nuevos momentos en que se escriben. Los escritos están redactados desde el punto de vista de los varones y, así, las mujeres resultan invisibles o solo aparecen en situaciones muy significativas e importantes. Por eso, lo que los evangelios cuentan sobre María la de Magdala es poco, pero muy importante.

¿Dónde hablan los evangelios de Magdalena?
-Magdalena aparece en los capítulos finales de los cuatro evangelios, en los relatos de la pasión, que son muy antiguos, y los de la resurrección. Aparte de eso solo se le cita en el capítulo 8,3 del evangelio de Lucas, donde aparece, con los doce y otras mujeres, acompañando a Jesús que va caminando de pueblo en pueblo y anunciando la buena noticia.

¿Qué se dice de ella?
-Varias cosas fundamentales: que fue discípula ya desde el comienzo de la misión de Jesús en Galilea. Que fue testigo de su muerte y sepultura. Que fue receptora de una aparición del Resucitado y enviada a anunciar su nueva forma de vivir. Y que fue preeminente entre las mujeres discípulas.

Todo eso, ¿qué significados encierra?
-Las cosas que se dicen de los discípulos le afectan a ella. Hay dos verbos que resumen la actitud del discípulo: seguir a Jesús, y servir. Compartió con Jesús y los demás discípulos su carisma y todos los estigmas, los sambenitos que se atribuían al grupo contracultural de Jesús, entre ellos, ser borrachines y comer mucho. Por ser discípula desde el comienzo, vuelve los ojos hacia el principio de la pretensión de Jesús, revisa todo lo que escuchó y aprendió de él. Las mujeres, en aquella sociedad y tiempo, no podían testificar ante los tribunales, pero Magdalena fue testigo ante la comunidad de la muerte de Jesús y de la suerte que corrió su cuerpo bajado de la cruz. Ser receptora de una aparición del Resucitado le otorgaba autoridad. Así, María Magdalena tiene relevancia comunitaria y preeminencia en el grupo de mujeres, y aparece encabezando casi todas las listas en que se menciona a mujeres. Magdalena fue apóstol, enviada a anunciar que Jesús había vencido a la muerte y que había que continuar con su causa. Rábano Mauro, obispo del siglo IX llamó a Magdalena “apóstol de los apóstoles” porque ella recibió la primera aparición del Resucitado y fue enviada a anunciar la noticia a Pedro y los discípulos.

¿Dónde fue enterrado Jesús? ¿Por qué aparecen tanto Magdalena y las otras mujeres cerca de su tumba?
-Hay discusión entre varios exégetas sobre lo que pasó con el cadáver de Jesús. Crossan asegura que no fue enterrado; su cuerpo, de persona ajusticiada fuera de la ciudad, fue comido por los perros y sus huesos arrojados a una fosa común. Hay quien afirma, basándose en las referencias a Nicodemo y José de Arimatea, que el Sanedrín disponía de un sepulcro donde depositar cadáveres de ajusticiados para evitar la contaminación legal. Pero hay en los cuatro evangelios una tradición unánime, la de la visita temprana de las mujeres al lugar donde pusieron a Jesús. Es un relato que quiere plasmar de forma plástica la fe de las comunidades. La forma de ese relato deriva de la costumbre, antigua y actual, de hacer duelos y de que, sobre todos las mujeres, hablen con sus seres queridos difuntos. El Evangelio apócrifo de Pedro, del siglo II, comenta que “iban a hacer lo que las mujeres hacen”, es decir, llorar, recordar, hacer duelo y consolarse. El tema del duelo llegó a ser peligroso en la antigüedad y había leyes que lo regulaban. En ese clima del relato los ángeles convencen a las mujeres de que no hay que hacer duelo por Jesús. Ellas, en su actividad de duelo, hacen la experiencia de que Jesús no está muerto. Y asumen un papel fundamental: van a contarlo. Así se expresa la fe de la comunidad, la experiencia de que Jesús no estaba preso de la muerte.

¿Qué sucedió con la memoria sobre Magdalena después del Siglo II?
-Los evangelios apócrifos y otros escritos posteriores no dicen mucho acerca de personajes históricos. Más bien reflejan las actitudes y búsquedas de los distintos grupos que formaron el cristianismo primitivo. Suceden procesos de simbolización. Y, conforme avanza la presencia pública y la institucionalización de las comunidades, dentro de ellas se alude, y hasta se enfrenta, a la autoridad de Pedro y Magdalena en rivalidad, para resolver conflictos, a favor de hombres y mujeres.

¿Hay algunos textos más expresivos de todo eso?
-Pronto se discute la autoridad de la mujer para predicar y decir su palabra en las asambleas, usando términos de la filosofía, estoica, neoplatónica o gnóstica. En el temprano Evangelio de Felipe aparece de modo simbólico Jesús dando un beso en la boca a Magdalena, no con motivación erótica, sino como forma de comunicarle su espíritu y, con ello, autoridad para hablar y enseñar. En el siglo II, el llamado Evangelio de María recoge diálogos de discípulos, entre ellos Magdalena, con el Resucitado; María les transmite las palabras del Señor, pero Pedro pregunta: “¿Cómo ha podido decir el Señor a las mujeres lo que no nos ha dicho a nosotros?” y Magdalena llora, mientras Leví defiende su autoridad. Y en el mismo siglo II, en los Hechos de Pablo y Tecla, Tecla, fundada en la autoridad que ha recibido de Pablo, se bautiza y se enseña a sí misma. En el libro Pistis Sofía del siglo III, se hacen a Jesús unas 70 preguntas, la mayor parte de las veces por mujeres; hasta que un hombre dice: “Señor, diles a las mujeres que se callen, para que podamos hablar nosotros”, y Jesús defiende el derecho de la mujer a interpelar y enseñar. En el fondo de todos estos textos se puede ver la definición de los papeles de género en aquellos momentos formativos del cristianismo.

¿Cuándo empieza la sustitución de la figura de Magdalena por otras?
-Fue algo progresivo, a partir del siglo IV. Primero se sustituyó la figura de Magdalena por la de María de Nazaret. Y pronto se mezcló a todas las figuras femeninas del Nuevo Testamento, en un plural indiscriminado: todas se llamaban María. La poca creatividad respecto a los nombres femeninos no sucedió solo en el ámbito judío, donde María o Miriam era el nombre más común, sino también entre los romanos, que no discurrían mucho para poner nombres distintos de mujer, sino más bien apodos para distinguirlas.

¿Con que otras mujeres se ha confundido a María la de Magdala?
-Se identificó a María Magdalena con María de Betania, y luego a ésta con la mujer que ungió a Jesús con un perfume y de la que Lucas dice que era una pecadora. En el siglo VII, Gregorio Magno identificó Magdalena con la pecadora arrepentida de Lucas. La Leyenda Aurea de Jacobo de Vorágine, en el siglo XIII presenta a Magdalena llegando a Francia y poniéndose a predicar, pero muy pronto la sitúa retirada en una cueva para hacer penitencia. Eso dio mucho de sí en la predicación, y en las artes plásticas, durante siglos. Luego, mucha de la literatura reciente, sin ninguna base, ha hecho que la Magdalena pase de prostituta a ser la “Señora de”. No creo que sea un gran problema el que Jesús hubiera estado casado; hay argumentos a favor y en contra. Pero a los evangelios no les importa esa faceta, ni dicen nada de ello. Solo de pasada sabemos que Pedro estuvo casado.

¿Qué efectos tuvo la confusión de personajes?
-Se pervirtió y domesticó su memoria y con ello la legitimación que suponía para la igualdad y autoridad de la mujer en la iglesia. Pero hay que decir que las Iglesias Orientales jamás cambiaron la imagen original de Miriam de Magdala. En Occidente hubo que esperar al Concilio Vaticano II. En la fiesta de la Magdalena, que se celebra el 22 de julio, los textos bíblicos, antífonas y oraciones de la liturgia nos han devuelto esa imagen de discípula y testigo de Jesús, una mujer con autoridad en la iglesia.
El evangelio de Lucas dice que “acompañaban a Jesús mujeres curadas de malos espíritus y enfermedades”, entre ellas “María la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. 

¿Pudo el Maestro haber sanado o curado a Magdalena?¿
-Las que seguían a Jesús no fueron mujeres al uso. Lo que es seguro es que encontrarle a él transformó su vida, más si el origen de esa relación se debió a situaciones de dificultad. Pero la Antropología Cultural permite hoy explicar eso de “los demonios”. Estar poseída pudo ser una forma inconsciente de protestar contra situaciones de ahogo, injusticia o falta de libertad. Aquellas mujeres expresaban con gestos su sufrimiento, hasta tal punto que Celso, el historiador romano, les llama “histéricas”. Jesús y su movimiento les ofrecen otro horizonte de autocomprensión.

¿Dónde estaba y cómo era la ciudad de Magdala?
-Magdala era una ciudad a orillas del lago Genesaret, el mar de Galilea. Se han hecho en ella importantes hallazgos arqueológicos de época, asmonea y herodiana. Siempre se ha creído que Flavio Josefo exageró al decir que tenía 40.000 habitantes, pero hoy se piensa que no lo hacía. Fue una ciudad grande, un cruce de rutas comerciales y de cultura. Se han excavado calles y plazas, el puerto lacustre, baños y letrinas públicas y una sinagoga. En parte de ese lugar los Legionarios de Cristo ha construido una iglesia dedicada a la memoria de María Magdalena. Han levantado ocho columnas que llevan el nombre de mujeres del evangelio y una, sin nombre, está dedicada a todas las mujeres “que lo son de sus familias y que trasmiten la fe”. Pero estas columnas están en el atrio, fuera de la Iglesia. Dentro de ella, las columnas llevan el nombre de los doce apóstoles. La memoria de Magdalena que se recupera es la de la mujer cuidadora, sufridora, liberada de los demonios representados como la serpiente del Génesis, y se propone como modelo para la “joven mujer católica”, vista como sostén de su familia. Ha desaparecido la memoria de la discípula, testigo, receptora de una aparición del Resucitado y apóstol.

¿Hay que tener cuidado, pues, con la memoria histórica?
-Desde luego, recuperar la memoria no es algo inocente. ¿Qué memoria? ¿Con qué finalidad? La memoria de Magdalena se ha utilizado tanto para reivindicar la igualdad de la mujer en la Iglesia como para procurar su sometimiento. Yo conozco algo muy distinto en Cali, Colombia. El grupo María Magdalena de la Casa Cultural Tejiendo sororidades, un colectivo de mujeres que ayuda a otras mujeres a empoderarse y ganar autoridad. Hay que ver cómo manejan la Biblia.

¿Va a cambiar el papel de la mujer en la Iglesia?
-Si Francisco consigue cambiar algunas cosas, algo ayudará. Pero su antropología no me parece muy distinta de la de los papas anteriores. Me preocupa que siga hablando de “la complementariedad”. Lo que hace falta es que se nos permita ser adultas y participar en la toma de decisiones, porque ahora las mujeres no estamos representadas en la Iglesia. Karl Rahner, el reconocido teólogo, dijo: “No encuentro en las Escrituras ningún reparo para la ordenación de mujeres”. Eso es cultural y coyuntural. Pero, en la ordenación, el poder de consagrar conlleva el poder de gobernar y de decidir sobre la vida de las comunidades. Hay que ir más allá: la reforma de estructuras administrativas requiere también la reforma del ministerio presbiteral.





viernes, 18 de noviembre de 2016

El acompañamiento



EL ACOMPAÑAMIENTO
Momento en que vivimos
-        La gente  ¿se siente acompañada por los políticos, fuera de la campaña electoral?
-        ¿Se sienten acompañados los jóvenes?
-        ¿Se sienten acompañados los 4 millones y medio de parados?
-        ¿Y los inmigrantes? ¿Y los refugiados? ¿Y las personas perseguidas en los países en guerra? ¿Y los países del Tercer mundo?
-        ¿Se siente acompañada la sociedad por la Iglesia?
-        ¿Se deja la Iglesia (comunidades, movimientos, jerarquía) acompañar por la sociedad?
-        ¿Se sienten acompañadas las comunidades cristianas por los obispos?
-        ¿Se sienten acompañados los movimientos apostólicos por la Iglesia?
-        ¿Cómo acompaña la ACO a sus militantes, y cómo se deja acompañar por el pueblo (los pobres, los trabajadores) y por la Iglesia?
-        Podíamos hacernos más preguntas y pensar en muchas realidades de nuestra sociedad y de la Iglesia.
Nuestra experiencia
-        ¿Por qué o cuándo surge un grupo? Vemos que surge un grupo cuando hay un acompañamiento
-        ¿Cuándo se realiza una acción educativa? Se realiza una buena acción educativa cuando hay un acompañamiento... (por ejemplo: el acompañamiento a los hijos…)
-         ¿Cuándo funciona una asociación o institución? Parece ser que una asociación o institución funciona y cumple su cometido cuando alguien la acompaña.
-        ¿Cuán se desarrolla una sociedad? Una sociedad se desarrolla, crece y cambia en positivo, cuando se siente valorada, apoyada y acompañada.
-        ¿Por qué estamos nosotros aquí en este encuentro? Porque alguien nos ha acompañado.
-        ¿Cuando surge una familia? Cuando dos personas se acompañan mutuamente y acompañan a los hijos.
Lo que no es acompañar
-        ¿Sólo cercanía física?
-        ¿Decir lo que se tiene que hacer?
-        ¿Hacer gestiones por los demás?
-        ¿Sobreproteger? ¿Hacerse el centro de la acción y la vida de los demás, de forma disimulada?
-        ¿Dar soluciones? ¿Paternalismo? ¿Aconsejar?
-        ¿Relaciones superficiales?
-        ¿Exigir? ¿Decidir por los demás? ¿Anular a los otros? ¿Empujar?
-        ¿Proyectar sobre los otros los que pensamos y lo que deseamos?
-        ¿Asumir las responsabilidades que pertenecen a los otros?
Lo que creemos que es acompañar
-        ¿Qué significa la palabra acompañar? Su etimología quiere decir: Compartir el pan (compartir la vida, los bienes, la acción…)
-        ¿En qué consiste la acción de acompañar? Es un proceso de compartir la vida, supone una opción, un compromiso.
-        Es cercanía, pero ¿cómo nos tenemos que acercar? Afectivamente, empatizando, poniéndonos en el lugar del otro, dar confianza. Se acompaña desde el amor gratuito, desde el corazón, con mucho realismo (unir verdad y amor)
-        ¿Desde otro nivel? Sentirse iguales, valorar a los otros, utilizar su lenguaje, compartiendo las preocupaciones, esperanzas, y luchas, aportando lo que se tiene y lo que se puede, sin imponer. Tomar conciencia de las necesidades de los otros.
-        ¿Por dónde empezaríamos? Escuchando, conociendo a fondo la realidad de las personas, de las situaciones, y sobre todo las causas de las causas de las situaciones.
-        ¿Para dejar las cosas como están? Se trata de estimular, motivar, crear interrogantes, crear conciencia, iniciar (o continuar) procesos de profundización.
-        ¿Cómo llamaríamos al proceso de acompañamiento? Es un proceso educativo, comenzando por nosotros: Educar educándonos.
-        ¿Qué otras cosas tener en cuenta? Sentido crítico, además del sentido común, pero desde el amor y el compromiso. No separar el amor de la verdad.




¿Qué aspectos trasversales, son propios de todas las fases del acompañamiento?

Podemos destacar 10 aspectos trasversales que se deben dar en las distintas fases y momentos del proceso de acompañamiento:

1. Personalización. Tener en cuenta cada persona. Porque cada uno es diferente. Cada proceso  es diferente.
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2. Grupal. Además de la atención a cada persona, el acompañamiento se lleva a cabo en un ámbito grupal de socialización. Los acompañados han de formar y sentirse comunidad para ayudarse y enriquecerse mutuamente.

3. Equipo. Como hemos dicho muchas veces entre nosotros, es vital el que, si bien hay una persona formada que se responsabiliza de acompañar a un grupo, ésta tenga a su vez la referencia de un equipo donde comparta y revise su acompañamiento. Quien acompaña es una comunidad.

4. Integralidad. El acompañamiento parte de una visión integral de la persona, de la comunidad,  y de su desarrollo.

5. Coordinación y trabajo en red. Si el anterior aspecto es la integralidad, éste conlleva coordinarse y trabajar en red. Cualquier acompañamiento se ha de enriquecer con infinidad de aportaciones de otras realidades de nuestra sociedad.

6. Idas y vueltas. Los procesos  no son lineales. Cada persona o grupo, ha tenido una serie de circunstancias y pérdidas que han provocado la situación en la que se encuentran. Se trata de avanzar y volver sobre nuestros pasos.

7. Libertad. Es necesario partir de la libertad de la persona y del grupo en el inicio o continuación del proceso.

8. Se trata de una relación humana con todo lo que esto conlleva de respeto e igualdad.

9. Formación continua. Teniendo en cuenta los anteriores puntos, es necesario para el acompañante una actitud de apertura, autocrítica y auto observación, y compromiso en una formación permanente.

10. Visión crítica. Por último, y no por ello menos importante, es necesario por parte de la persona que acompaña niveles de compromiso y visión crítica de la situación de injusticia y desigualdad que existen detrás de las personas que acompañamos.

Teniendo en cuenta todos los aspectos del acompañamiento, Si la persona que acompaña quiere hacerlo de forma adecuada no ha de dispersarse ni abarcar demasiadas cosas

2ª Parte: EL ACOMPAÑAMIENTO DESDE LA FE
Los cristianos creemos en un Dios amor-comunión. Dios es una comunidad de tres personas. Su vida es comunión, compartir y acompañarse mutuamente. Podríamos decir que Dios es Acompañamiento, se auto acompaña y acompaña el universo, especialmente la vida de las personas
Para acompañar, nosotros tenemos un referente: Jesús de Nazaret. El acompañamiento que nosotros hacemos surge de su persona y de su vida.
Vemos lo que hizo Jesús para acompañar a la humanidad: Se encarnó
“Y el Verbo se hizo carne  y habitó entre nosotros” Juan 1, 14
“El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;  al contrario, se despojó de si mismo  tomando la condición de esclavo,  hecho semejante a los hombres.  Y así, reconocido como hombre por su presencia,  se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte,  y una muerte de cruz. Filipenses 2,6-8
-        Jesús, a la hora de acompañarnos, no vino a estar un tiempo con nosotros, sino  a hacerse uno de nosotros, igual en todo menos en el pecado, a vivir nuestra vida, a compartir todo lo que nosotros somos y vivimos.
-        A la hora de acompañarnos, se situó en el último lugar, donde están los últimos de los últimos, escogió la pobreza, la sencillez, el sacrificio y todas las condiciones de la vida del pueblo.
-        Jesús aprendió todo lo que forma parte de la vida humana: la convivencia, la familia, el trabajo, las costumbres de la sociedad en la que vivía, la cultura, la fiestas, la religión, los problemas y sufrimientos, las esperanzas….
-        Estuvo 30 años en silencio, viviendo la vida del pueblo, caminando con su pueblo, siendo uno más, sin distinguirse en nada, excepto en el egoísmo.
-         Fue un inmigrante cuando iba a nacer y un refugiado al poco tiempo de nacer, fue un asalariado, un trabajador en paro, un trabajador en precario.
-        Jesús nació en el último lugar, fue pobre durante toda su vida y murió donde mueren los malhechores y los esclavos.
-        Y al salir a la vida pública renunció al consumo materialista, a la fama y al poder. No tenía donde reclinar la cabeza.
-        En su vida pública sabía muy bien lo que quería, era un gran luchador y vivía su compromiso y su lucha desde la unión con el Padre: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos;  a proclamar el año de gracia del Señor». Lucas 4,18-19
-        Jesús tuvo contacto con mucha gente, pero acompañó especialmente a un grupo y se dedicó a su formación, realizó con ellos, con cada uno y con el grupo, una gran labor educativa:
-        “Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él  y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios” Marcos 3,13-15.
-        “Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”. Marcos 4,33-34
-        Cuando envía a sus discípulos a evangelizar y a acompañar a la humanidad, les dice que vayan como ha ido él: “Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.  Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.  Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». Marcos 6,7-11. La pobreza es fundamental para el acompañamiento.
-        Y a la hora de enviar de enviar a sus discípulos al mundo, les encarga una tarea educativa: Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». Mateo 28,19-20
-        El ejemplo de Jesús lo han comprendido muy bien los apóstoles de todos los tiempos, comenzando por S. Pablo, que nos cuenta su experiencia: “Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles.  Me he hecho judío con los judíos, para ganar a los judíos; con los que están bajo ley me he hecho como bajo ley, no estando yo bajo ley, para ganar a los que están bajo ley; con los que no tienen ley me he hecho como quien no tiene ley, no siendo yo alguien que no tiene ley de Dios, sino alguien que vive en la ley de Cristo, para ganar a los que no tienen ley. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.  Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes. 1ª Corintios 9,19-23. Esto es acompañar.
-        Teniendo en cuanta la vida de Jesús y de sus seguidores más cercanos, a través de los siglos, podemos tener claro lo que es acompañar y el camino que hemos de seguir. Lo que actualmente descubre hoy la sociología, el trabajo social y todas las ciencias, es precisamente, desarrollar y aponer al día lo que hizo y dijo Jesús.
-        En esto consiste la evangelización, la transmisión de la fe a las personas sencillas de nuestros pueblo y barrios, a las que queremos acompañar.
Pepe Lozano
Sacerdote de la diócesis de Orihuela-Alicante
Consiliario de ACO


martes, 13 de septiembre de 2016

Tu rostro en cada esquina























Tu rostro en cada esquina

Señor, que vea…
…que vea tu rostro en cada esquina.
Que vea reír al desheredado,
con risa alegre y renacida.
Que vea encenderse la ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer.
Que vea los brazos que,
ocultos, pero infatigables,
construyen milagros
de amor, de paz, de futuro.
Que vea oportunidad y llamada
donde a veces sólo hay bruma.
Que vea cómo la dignidad recuperada
cierra los infiernos del mundo.
Que en otro vea a mi hermano,
en el espejo, un apóstol
y en mi interior te vislumbre.

Porque no quiero andar ciego,
perdido de tu presencia,
distraído por la nada…
equivocando mis pasos
hacia lugares sin ti.

Señor, que vea…
…que vea tu rostro en cada esquina.


José Mª Rodríguez Olaizola, sj

martes, 6 de septiembre de 2016

Testimonio de una pradosiana laica y militante de ACO




Creo que Dios tiene su plan en todo, en todos y todas, en cada uno de nosotros; Él nos lo va mostrando a lo largo de la vida y espera pacientemente nuestra respuesta libre, porque quiere que sigamos su plan, su llamada, libres y por amor, pese a todas nuestras carencias. Dios nos crea, nos da la vida, nos pone en este mundo, nos señala un camino y nos lleva por él, con él y hacia Él; creo que el Señor es el autor, el trabajador, “mi padre continúa trabajando y yo también trabajo” (Jn 5,16). Él es quién construye: “Si el Señor no construye el edificio en vano es el afán de los constructores” (salmo 127). Digo esto porque yo me he sentido también así de alguna manera, quiero decir me he sentido llevada por él, por este camino que me ha ido señalando, unas veces cogida de la mano, otras empujada, otras llamada desde más lejos… Intentando seguir con mis carencias y miserias sus pisadas, con la certeza y la esperanza de que Él va delante. Que Él es la verdad, la salvación, la vida, el camino que lleva al Padre, ese Padre, ABBA, que tanto nos ama, que nos da el amor auténtico, que nos da la verdadera felicidad.
Nací en el seno de una familia trabajadora, sencilla y profundamente creyente. Dios me ha ido trabajando desde siempre, que yo recuerde desde que tengo conciencia de mí misma, pese a que he sido rebelde, no demasiado dócil y no le he abierto la puerta de par en par; a pesar de ello, él nunca me ha dejado.
En la adolescencia, como todo el mundo, me planteaba la vocación: “¿Qué quiere Dios de mí?” Es una pregunta que de vez en cuando  la vas repitiendo a lo largo de tu vida. Siempre he sentido dos fuertes atracciones: Jesucristo y los más pobres, creo que la una te lleva a la otra, no se pueden separar. Poco después de venir a Catalunya, inmigrada, trabajando en la fábrica, ver y vivir la explotación de los jóvenes como también la falta de fe de estos jóvenes. Me cuestionaba: ¿Cómo puedo llamarme cristiana y no conocer a fondo el Evangelio? Y ¿Qué puedo hacer ante esta realidad? Estaba muy verde aún, pero...
Poco después conocí la JOC con todo lo que eso representa, ya lo sabéis.
En esta época conocí al Pere y comenzamos un camino juntos: una opción de pareja, de familia, desde la fe, la vida, los jóvenes, en el mundo obrero, creo que hemos ido haciendo un buen equipo. Más tarde, el paso a la ACO, con toda la experiencia vivida, la vida en el movimiento, la formación, las responsabilidades, los testimonios recibos… Los ejercicios espirituales. El conocimiento de diversas espiritualidades dentro de la Iglesia, que nos facilitó precisamente el movimiento, entre ellas también el Prado. Por esta época, alrededor de los 40 años, sentía una fuerte inquietud, alguna cosa me iba por dentro: el mundo necesita conocer a Jesucristo; el mundo obrero, los más pobres tienen derecho ¿Estoy haciendo lo que es preciso? Y vuelve a surgir la pregunta: “¿Qué quieres, Señor, de mí en esta época de mi vida?” Hablo con el consiliario de mi grupo de RdV., el Tano, él me ofrece hacer estudio de Evangelio personal, con la metodología del Prado. Para transmitir a Jesucristo, para darlo a conocer, es preciso que lo conozca más a fondo, más de cerca, que me relacione con él, escuche su palabra y en el Evangelio descubra como Jesús dice sí a su Padre, como educa y evangeliza a los discípulos, a sus apóstoles, como transmite el amor del Padre, como ama, cura y salva a los pobres… Y Así estudiando a nuestro Señor Jesucristo en todo el Evangelio, como dice el padre Chevrier, fundador del Prado, y disfrutando de él te surgen nuevas preguntas, y vas bebiendo de ese pozo inagotable que es el Evangelio, para conocer a Jesucristo, quererlo más y seguirlo más de cerca. Ese tesoro, ese regalo no es para esconderlo sino para compartirlo, y te lleva a compartirlo con los demás, sobre todo con quienes más lo necesitan, con los más pobres y con la fortaleza y la acción del Espíritu Santo, con la celebración de la Eucaristía.
El padre Chevrier, fundador del Prado, decía a sus colaboradores: “¿Sentís que esa gracia nace en vosotros? O sea, ¿sentís una atracción interior que os empuja hacia Jesucristo?, ¿un sentimiento interior lleno de admiración por Jesucristo, por su belleza, grandeza, bondad infinita que él hace venir hacia nosotros, un sentimiento que nos seduce y que hace que nos entreguemos a él?, ¿un pequeño soplo divino que nos empuja y que viene de arriba, una lucecita sobrenatural que nos ilumina y nos deja vislumbrar a Jesucristo y su hermosura infinita? Si sentimos en nosotros este aliento divino, si percibimos esta lucecita, si nosotros nos sentimos atraídos, aunque sea una pizca nada más, hacia Jesucristo: ah! cultivemos esa atracción, hagámosla crecer mediante la plegaria, la oración, el estudio, para que aumente y produzca frutos…” Y  también decía, entre otras muchas cosas expresando el dolor ante la realidad brutal de la explotación: “Al ver a los niños de nuestros tiempos, el cuidado que se pone para que sepan realizar un determinado trabajo u oficio, y la dejadez que tienen en todo aquello que mira a su salvación o a su moral, parece que no tienen otro destino que el de las máquinas en torno a las cuales se mueven, o aún más, tal y como alguien ha dicho, ellos mismos no son nada más que máquinas de trabajar hechas para enriquecer los amos”. Y, al tener claro que se quería dedicar plenamente a ser un catequista para los pobres y formador de apóstoles: “Es preciso instruir a los ignorantes, evangelizar a los pobres. Ésa es la misión de nuestro Señor. Es la misión de todo sacerdote, la nuestra en particular, es la parte que nos toca. Ir a los pobres, hablar del Reino de Dios a los obreros, a los humildes, a los pequeños, a los desamparados, a los que sufren, Oh! Que nos sea permitido ir como nuestro Señor, como los apóstoles, en público y por las casas, en las plazas, en las fábricas, en las familias, llevar la fe, predicar el Evangelio, catequizar, hacer conocer a nuestro Señor”.
Hay cinco puntos esenciales del carisma del Prado que brevemente señalo:
1.   El conocimiento de Jesucristo debe ser la fuente de nuestra existencia y el punto de convergencia.
2.   La evangelización de los pobres, haciendo que el pobre llegue a ser sujeto activo, libre y que se comprometa.
3.   El Espíritu Santo, ni el punto 1 ni el 2 son posibles sin él. No hay vida pradosiana ni cristiana sin el Espíritu Santo. Él es el protagonista de la misión.
4.   Vivir pobremente. No se puede evangelizar a los pobres a distancia, ni seguir a Jesucristo a distancia, es preciso un discernimiento sobre lo que es necesario.
5.   Vida en equipo. No se puede ser discípulo sin una vida de equipo. Es preciso una familia.

Este carisma, como todos los que Dios da a la Iglesia, es por su bien y por el bien de todas las criaturas, es para darlo, para compartirlo, porque todos nos enriquecemos del amor de Dios. Todos los carismas son diversos, necesarios y complementarios, todos hacemos que nos fortalezcamos y nos ayudemos para ser colaboradores del Reino de Dios por el bien de toda la humanidad.
Esta espiritualidad del Prado ha ido arraigando en mí, y, junto con Pere y con otros laicos, que sienten esta misma atracción y llamada, laicos de diversos movimientos, vamos haciendo camino, nos vamos formando, vamos conociendo el Prado con el estudio de Evangelio, los retiros, la oración… Vamos madurando y discerniendo esta vocación, en un pequeño grupo del Valles: También con un grupo algo más numeroso, con compañeros y compañeras de Girona, grupo que llamamos cariñosamente “la A-7”, que es por donde pasamos para encontrarnos. En todo este camino nos acompañan, de cerca el Tano Casacoberta y la Pim Queralt. También otros consiliarios de nuestros movimientos que son del Prado.
Ya hace varios años que el Prado de Catalunya nos ha abierto las puertas y participamos en la fiesta de la familia pradosiana, que se hace alrededor de Navidad, ya que todo comenzó por la fuerte conversión que hizo el padre Chevrier una Nochebuena contemplando el misterio de la Encarnación.
Hemos hecho también algunos encuentros ampliados a personas simpatizantes.
Por todo ello doy gracias a Dios.
Bien, ha sido un pequeño testimonio. Si estáis más interesados, estamos a vuestra disposición.
Un fuerte abrazo.

Delia Viedma

lunes, 5 de septiembre de 2016


MANERAS DE REZAR SEGÚN 

SANTA TERESA DE JESÚS



Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudierais, no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos, y Él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de vos; no os faltará para siempre; os ayudará en todos vuestros trabajos; le tendréis en todas partes: ¿pensáis que es poco un tal amigo al lado?  Teresa de Jesús, Camino de la perfección 26, 1.5.

I
¿Qué es rezar?
“La oración mental no es otra cosa que un trato de amistad, estando muchas veces solos en este trato con aquel de quien sabemos que nos quiere.” (Vida 8,5)
Te invito a algo tan sencillo como vivir la amistad con Jesús y alimentar el silencio, en el encuentro personal… en la oración.
Como con cualquier amistad, necesita algunas condiciones para que dure y se haga más fuerte. Para llegar a ser orante has de tener cuidado de:
Tus relaciones con los demás: respeto, amor, solidaridad, perdón…
La relación contigo mismo.
Tu relación con Jesús
Y otra cosa: “determinada determinación” Sólo si empiezas con decisión y entusiasmo, sin preocuparte de las dificultades (que llegan), con constancia…, encontrarás los frutos duraderos de la amistad con Jesús.
  
II
Antes de empezar
Pasemos al momento concreto de la oración. Si empezamos de cualquier manera, podemos encontrar muchas dificultades. Para “ponernos en situación”, te pueden ayudar estas pequeñas pautas:
  •         Busca un ambiente adecuado y de silencio
  •        Prepara un texto del Evangelio,  puede que un símbolo, un canto, una imagen: te ayudara a fijar la atención en Jesús.
  •      Adopta una postura relajada que te ayude a centrarte, a situarte desde dentro.
  •    Poco a poco, toma conciencia de tu respiración, de tu cuerpo, de tu interior, para estar en ti sin dispersión.
  •   Centra ahora tu atención en Jesús, en su presencia amorosa en ti y en todo.


III
Entrando en la plegaria
Ahora debes encontrar tu propia manera de rezar, según tu manera de ser, tu sensibilidad y tu situación. Lo importante es girarse hacia Jesús, contemplarlo y entrar en su misterio con la ayuda de su Espíritu.
Te pueden servir estas sugerencias:
  •       Representarlo vivo en tu interior.
  •       Mirarlo, adentrarte en alguna de las escenas evangélicas.
  •       Contemplar una imagen de Jesús o repetir una frase breve que exprese lo que quieres decirle.
  •       Recitar muy pausadamente el Padre Nuestro, su oración, saboreándola.

  
IV
Más adentro
El centro de nuestra oración es la persona de Jesús. No importa como hayas entrado, la clave está en estar a su lado, dejarte mirar, escucharlo, acoger su luz para conocerlo a él, entrar en su misterio desde tu propio corazón y dejarte envolver por su presencia.
Está allí con él, con el entendimiento callado, mira que te mira, hazle compañía, habla y pide y disfruta con él. Pídele acertar contentándolo, porque todos los bienes te han venido de él.
Es el momento de recibir el don de Dios, de dejarle a él la iniciativa para actuar. Es momento también de responder: una palabra, un gesto, un sentimiento, una petición. Sobre todo es tiempo de reconocer y agradecer -¡su amor hace obras grandes!-. Tiempo de pedir poder conocer su voluntad, de saber cómo te sueña Dios en tu vida concreta.
   
V
Alguna cosa se mueve
La oración no es un momento, es un camino. Te irá descubriendo poco a poco quien es Jesús, su misterio, sus valores, su propuesta, sus sentimientos y el amor con que te acoge y te busca… Al mismo tiempo, te ayudará a conocerte personalmente de otra forma, quien eres. Y como vives. Mirar a Jesús y mirar mirarte tal como Dios te ve y te sueña. No descuides eso, aunque no sea el centro, porque nada más así podemos vivir en la verdad. No hay oración si no es en la verdad, ¡Cómo pasa con la amistad!
También se irá concretando la llamada que Jesús te hace a vivir en libertad interior, la verdadera libertad que da el Evangelio. Sean cuales sean tus circunstancias, te invita a vivir con él y como él. Ser orante es vivir el seguimiento de Jesús con todas sus consecuencias.
   
VI
¿Y después?
A menudo, la oración será tiempo de paz, de alegría interior, de luz…, pero no siempre. Tu momento personal, tu situación, la interpelación en que te encuentras…, hacen que los sentimientos que nacen de la oración sean siempre diferentes.
No evalúes tu oración por esto. Lo que importa es que se produzca el encuentro, que tu actitud sea de atención amorosa y de escucha. Recoge las luces que hayas recibido, agradece la presencia del Señor y su amor, la sientas o no. La oración es cuestión de fe, de tiempo, de constancia… y de compromiso.
Mira hacia fuera. ¿No empiezas a verlo todo de otra manera? Los demás, la vida de cada día, aquello que sucede en el mundo… tienen ya otros colores, colores de esperanza y de amor.

VII
La huella de la oración
La oración deja huella en nuestro interior. No se trata de tener buenos deseos, ni de hacer aquello que llamamos buenos propósitos. La oración, como la amistad, es sobre todo un DON, un regalo que, acogido desde el corazón, va haciendo crecer algo nuevo, nos cambia. Y eso se noto por fuera, son aquellas deja confirmadas con obras.
Todos los sentimientos que puedan surgir en la oración tienen una importancia relativa. Lo único fundamental es esa obra de Jesús en ti, unida a tu respuesta, se va reflejando en otra manera de estar y actuar en la vida, con otros valores, otros criterios, otros sentimientos profundos. Él nos quiere sin medida ni condiciones. Quererlo no es cosa de palabras bonitas, sino servir con justicia, fortaleza y humildad. Buen camino.