EL
ACOMPAÑAMIENTO
Momento en que vivimos
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La gente ¿se
siente acompañada por los políticos, fuera de la campaña electoral?
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¿Se sienten acompañados los jóvenes?
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¿Se sienten acompañados los 4 millones y medio de
parados?
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¿Y los inmigrantes? ¿Y los refugiados? ¿Y las personas
perseguidas en los países en guerra? ¿Y los países del Tercer mundo?
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¿Se siente acompañada la sociedad por la Iglesia?
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¿Se deja la Iglesia (comunidades, movimientos,
jerarquía) acompañar por la sociedad?
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¿Se sienten acompañadas las comunidades cristianas por
los obispos?
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¿Se sienten acompañados los movimientos apostólicos
por la Iglesia?
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¿Cómo acompaña la ACO a sus militantes, y cómo se deja
acompañar por el pueblo (los pobres, los trabajadores) y por la Iglesia?
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Podíamos hacernos más preguntas y pensar en muchas
realidades de nuestra sociedad y de la Iglesia.
Nuestra experiencia
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¿Por qué o cuándo surge un grupo? Vemos que surge un
grupo cuando hay un acompañamiento
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¿Cuándo se realiza una acción educativa? Se realiza
una buena acción educativa cuando hay un acompañamiento... (por ejemplo: el
acompañamiento a los hijos…)
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¿Cuándo
funciona una asociación o institución? Parece ser que una asociación o
institución funciona y cumple su cometido cuando alguien la acompaña.
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¿Cuán se desarrolla una sociedad? Una sociedad se
desarrolla, crece y cambia en positivo, cuando se siente valorada, apoyada y
acompañada.
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¿Por qué estamos nosotros aquí en este encuentro? Porque
alguien nos ha acompañado.
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¿Cuando surge una familia? Cuando dos personas se
acompañan mutuamente y acompañan a los hijos.
Lo que no es acompañar
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¿Sólo cercanía física?
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¿Decir lo que se tiene que hacer?
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¿Hacer gestiones por los demás?
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¿Sobreproteger? ¿Hacerse el centro de la acción y la
vida de los demás, de forma disimulada?
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¿Dar soluciones? ¿Paternalismo? ¿Aconsejar?
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¿Relaciones superficiales?
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¿Exigir? ¿Decidir por los demás? ¿Anular a los otros?
¿Empujar?
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¿Proyectar sobre los otros los que pensamos y lo que
deseamos?
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¿Asumir las responsabilidades que pertenecen a los
otros?
Lo que creemos que es acompañar
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¿Qué significa la palabra acompañar? Su etimología
quiere decir: Compartir el pan (compartir la vida, los bienes, la acción…)
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¿En qué consiste la acción de acompañar? Es un proceso
de compartir la vida, supone una opción, un compromiso.
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Es cercanía, pero ¿cómo nos tenemos que acercar?
Afectivamente, empatizando, poniéndonos en el lugar del otro, dar confianza. Se
acompaña desde el amor gratuito, desde el corazón, con mucho realismo (unir
verdad y amor)
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¿Desde otro nivel? Sentirse iguales, valorar a los
otros, utilizar su lenguaje, compartiendo las preocupaciones, esperanzas, y
luchas, aportando lo que se tiene y lo que se puede, sin imponer. Tomar
conciencia de las necesidades de los otros.
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¿Por dónde empezaríamos? Escuchando, conociendo a
fondo la realidad de las personas, de las situaciones, y sobre todo las causas
de las causas de las situaciones.
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¿Para dejar las cosas como están? Se trata de
estimular, motivar, crear interrogantes, crear conciencia, iniciar (o
continuar) procesos de profundización.
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¿Cómo llamaríamos al proceso de acompañamiento? Es un
proceso educativo, comenzando por nosotros: Educar educándonos.
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¿Qué otras cosas tener en cuenta? Sentido crítico,
además del sentido común, pero desde el amor y el compromiso. No separar el
amor de la verdad.
¿Qué aspectos trasversales,
son propios de todas las fases del acompañamiento?
Podemos destacar 10 aspectos trasversales que se deben
dar en las distintas fases y momentos del proceso de acompañamiento:
1. Personalización. Tener en cuenta cada persona. Porque cada uno es diferente. Cada
proceso es diferente.
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2. Grupal. Además de la atención a cada persona, el
acompañamiento se lleva a cabo en un ámbito grupal de socialización. Los
acompañados han de formar y sentirse comunidad para ayudarse y enriquecerse
mutuamente.
3. Equipo. Como hemos dicho muchas veces entre nosotros,
es vital el que, si bien hay una persona formada que se responsabiliza de
acompañar a un grupo, ésta tenga a su vez la referencia de un equipo donde
comparta y revise su acompañamiento. Quien acompaña es una comunidad.
4. Integralidad. El acompañamiento parte de una visión
integral de la persona, de la comunidad,
y de su desarrollo.
5. Coordinación y trabajo en
red. Si el anterior
aspecto es la integralidad, éste conlleva coordinarse y trabajar en red. Cualquier
acompañamiento se ha de enriquecer con infinidad de aportaciones de otras
realidades de nuestra sociedad.
6. Idas y vueltas. Los procesos
no son lineales. Cada persona o grupo, ha tenido una serie de
circunstancias y pérdidas que han provocado la situación en la que se
encuentran. Se trata de avanzar y volver sobre nuestros pasos.
7. Libertad. Es necesario partir de la libertad de la
persona y del grupo en el inicio o continuación del proceso.
8. Se trata de una relación humana con todo lo que esto conlleva de respeto e igualdad.
9. Formación
continua. Teniendo en cuenta los anteriores puntos, es necesario para
el acompañante una actitud de apertura, autocrítica y auto observación, y
compromiso en una formación permanente.
10. Visión crítica. Por último, y no por ello menos importante,
es necesario por parte de la persona que acompaña niveles de compromiso y
visión crítica de la situación de injusticia y desigualdad que existen detrás
de las personas que acompañamos.
Teniendo en cuenta todos los aspectos del
acompañamiento, Si la persona que acompaña quiere hacerlo de forma adecuada no
ha de dispersarse ni abarcar demasiadas cosas
2ª
Parte: EL ACOMPAÑAMIENTO DESDE LA FE
Los cristianos creemos en un Dios amor-comunión. Dios
es una comunidad de tres personas. Su vida es comunión, compartir y acompañarse
mutuamente. Podríamos decir que Dios es Acompañamiento, se auto acompaña y
acompaña el universo, especialmente la vida de las personas
Para acompañar, nosotros tenemos un referente: Jesús
de Nazaret. El acompañamiento que nosotros hacemos surge de su persona y de su
vida.
Vemos lo que hizo Jesús para acompañar a la humanidad:
Se encarnó
“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” Juan 1, 14
“El cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de si mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su
presencia, se humilló a sí mismo, hecho
obediente hasta la muerte, y una muerte
de cruz. Filipenses 2,6-8
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Jesús, a la hora de acompañarnos, no vino a estar un
tiempo con nosotros, sino a hacerse uno
de nosotros, igual en todo menos en el pecado, a vivir nuestra vida, a
compartir todo lo que nosotros somos y vivimos.
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A la hora de acompañarnos, se situó en el último
lugar, donde están los últimos de los últimos, escogió la pobreza, la
sencillez, el sacrificio y todas las condiciones de la vida del pueblo.
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Jesús aprendió todo lo que forma parte de la vida
humana: la convivencia, la familia, el trabajo, las costumbres de la sociedad
en la que vivía, la cultura, la fiestas, la religión, los problemas y
sufrimientos, las esperanzas….
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Estuvo 30 años en silencio, viviendo la vida del
pueblo, caminando con su pueblo, siendo uno más, sin distinguirse en nada,
excepto en el egoísmo.
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Fue un
inmigrante cuando iba a nacer y un refugiado al poco tiempo de nacer, fue un
asalariado, un trabajador en paro, un trabajador en precario.
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Jesús nació en el último lugar, fue pobre durante toda
su vida y murió donde mueren los malhechores y los esclavos.
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Y al salir a la vida pública renunció al consumo
materialista, a la fama y al poder. No tenía donde reclinar la cabeza.
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En su vida pública sabía muy bien lo que quería, era
un gran luchador y vivía su compromiso y su lucha desde la unión con el Padre: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los
cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los
oprimidos; a proclamar el año de gracia
del Señor». Lucas 4,18-19
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Jesús tuvo contacto con mucha gente, pero acompañó
especialmente a un grupo y se dedicó a su formación, realizó con ellos, con
cada uno y con el grupo, una gran labor educativa:
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“Jesús subió al monte, llamó a
los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con
él y para enviarlos a predicar, y que
tuvieran autoridad para expulsar a los demonios” Marcos 3,13-15.
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“Con muchas parábolas parecidas
les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con
parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”. Marcos
4,33-34
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Cuando envía a sus discípulos a evangelizar y a
acompañar a la humanidad, les dice que vayan como ha ido él: “Llamó a los Doce y los fue enviando de dos
en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni
dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de
repuesto. Y decía: «Quedaos en la casa
donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al
marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». Marcos
6,7-11. La pobreza es fundamental para el acompañamiento.
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Y a la hora de enviar de enviar a sus discípulos al
mundo, les encarga una tarea educativa: Id,
pues, y haced discípulos a
todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». Mateo
28,19-20
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El ejemplo de Jesús lo han comprendido muy bien los
apóstoles de todos los tiempos, comenzando por S. Pablo, que nos cuenta su
experiencia: “Porque, siendo libre como
soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho judío con los judíos, para ganar
a los judíos; con los que están bajo ley me he hecho como bajo ley, no estando
yo bajo ley, para ganar a los que están bajo ley; con los que no tienen ley me
he hecho como quien no tiene ley, no siendo yo alguien que no tiene ley de
Dios, sino alguien que vive en la ley de Cristo, para ganar a los que no tienen
ley. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho
todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y todo lo hago por causa del Evangelio, para
participar yo también de sus bienes. 1ª Corintios 9,19-23. Esto es
acompañar.
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Teniendo en cuanta la vida de Jesús y de sus
seguidores más cercanos, a través de los siglos, podemos tener claro lo que es
acompañar y el camino que hemos de seguir. Lo que actualmente descubre hoy la
sociología, el trabajo social y todas las ciencias, es precisamente,
desarrollar y aponer al día lo que hizo y dijo Jesús.
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En esto consiste la evangelización, la transmisión de
la fe a las personas sencillas de nuestros pueblo y barrios, a las que queremos
acompañar.
Pepe Lozano
Sacerdote de la diócesis de Orihuela-Alicante
Consiliario de ACO
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